GUADALAJARA (Castilla La Mancha)

 

Guadalajara es la capital de la provincia en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Está situada sobre un otero en la orilla izquierda del valle del río Henares en la parte más elevada de la meseta sur, entre las comarcas de La Alcarria y la Campiña del Henares. La ciudad se fundó sobre una eminencia acusada del terreno, entre dos profundos barrancos, el del Alamín y el del Coquín o de San Antonio, que traían sus aguas desde la cercana meseta alcarreña hasta el Henares.





Iglesia de San Ginés 

Su construcción comenzó en 1561 solicitándose a los miembros de la orden de los dominicos un templo de grandes dimensiones. La consecución de los planes originales no pudo llevarse a cabo y a pesar de la donación de 1000 ducados del arzobispo Bartolomé de Carranza las obras se interrumpieron en 1566. Por este motivo las dimensiones de la actual iglesia son la mitad de las inicialmente proyectadas.
Panteón de la Duquesa de Sevillano
Fue edificado por el arquitecto burgalés Ricardo Velázquez Bosco, muy conocido en su momento por las obras que llevó a cabo en la restauración de la mezquita de Córdoba y por otras muchas obras de renombre como el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid. La decoración exterior de la cúpula, realizada con tejas de reflejos metálicos en forma de escamas es obra del ceramista Daniel Zuloaga, miembro de una ilustre familia de artistas a la que perteneció también su sobrino el pintor Ignacio Zuloaga. Daniel Zuloaga realizó la obra desde 1893 hasta 1906, y trabajó con Velázquez Bosco en varios edificios más, entre los que destacan el Palacio de Velázquez, la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid y el Palacio de Cristal, todos ellos en Madrid.
Cuando falleció dicha señora, no dejó descendencia directa, teniendo que hacerse cargo de dicho edificio y anexos la congregación de las Hermanas Adoratrices fundada por su tía Santa María Micaela del Santísimo Sacramento.

Puente del Henares
El puente de Guadalajara fue considerado como una obra de ingeniería romana, hasta que el arquitecto arabista Leopoldo Torres Balbás publicara en 1940 en la revista Al-Andalus el artículo: “El puente de Guadalajara” en el que fechó su construcción en la época califal, en los años de transición del siglo X al XI, advirtiendo de la singular disposición de sus pilastrones, de la tipología de su fábrica o la solución aportada para el aliviadero. Estas características de la arquitectura andalusí son herencia y reconocibles en las obras públicas de la Hispania romana.
El alcázar sobre el barranco del Alamín es uno de los pocos restos que quedan de la antigua wād al-ḥaŷara.


Iglesia de la Asunción
La de Saúca es una iglesia de gran tamaño y valor dentro del románico de Guadalajara. Fue construida en la primera mitad del siglo XIII, posiblemente auspiciada por el Obispado de Sigüenza.


 iglesia de Santa María 
Fue construida sobre una mezquita durante el siglo XIV. Su interior está formado por tres naves que enlazan a tres pórticos: el central, solucionado en arco de herradura y los dos laterales, en arco túmido. Destaca el retablo mayor de Francisco Mir, en estilo renacentista manierista. El campanario está recubierto de ladrillo y cuenta con ocho campanas: una del siglo XVIII, dos del XIX y las otras cinco del XX. Es uno de los santuarios más importantes de la ciudad.
Guadalajara en 1872

Ayuntamiento

Palacio del Infantado
El palacio del Infantado está situado en el mismo lugar que ocupaban las «casas principales» de Pedro González, primer Mendoza alcarreño. Hacia 1480 el segundo duque del Infantado, Íñigo López de Mendoza y Luna, derribó las antiguas casas de la familia y decidió construir un nuevo palacio «por acrecentar la gloria de sus progenitores y la suya». En 1483 se completó la fachada, poco después el patio y al finalizar el siglo el palacio ya estaba completo en su estructura básica. Al terminar el siglo xv el monumento lucía en todo su esplendor de goticismo, de artesonados y de riquezas. Las trazas se atribuyen a Juan Guas, arquitecto toledano.
En 1560 se casó en este palacio Felipe II con Isabel de Valois.

En 1569 el quinto duque del Infantado inició una serie de reformas dirigidas por Acacio de Orejón que tendían a equiparar el palacio con la residencia que el rey Felipe II estaba levantando en las cercanías de Madrid. Intentó conseguirlo poniendo ciertos detalles renacentistas en la fachada (abrió nuevas ventanas, tapó las antiguas, desmochó los pináculos góticos), en el patio, cuyo nivel fue elevado, y decorando los techos de los salones bajos con pinturas al fresco realizadas por artistas italianos que estaban trabajando en El Escorial, como Rómulo Cincinato. Se construyó también el "jardín mitológico" junto al palacio.


Palacio del infantado (siglo XIX)
A finales del siglo xix, Mariano Téllez-Girón y Beaufort Spontin, decimoquinto duque del Infantado, realizó una venta/cesión de la mitad del palacio al Ayuntamiento. Posteriormente la Casa Ducal y Ayuntamiento lo cedieron al Ministerio de Guerra, que lo utilizó como colegio para huérfanas de militares. En 1936 el palacio fue bombardeado y destruido. Tras la guerra, termina la cesión al Ministerio de Guerra, y los propietarios del palacio, es decir, el decimoctavo duque del Infantado y el Ayuntamiento de Guadalajara, cedieron el inmueble a la Diputación Provincial en 1961 para realizar un gran proyecto museístico. Esta cesión incluyó, como contraprestación para el duque, la reserva de una zona para vivienda y archivo familiar, lo cual generaría problemas décadas después. Se inicia la reconstrucción y rehabilitación aunque su antiguo esplendor se perdió para siempre como se perdieron los artesonados mudéjares, unos de los mejores del mundo.
En 1972 se trasladaron al edificio el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara y la Biblioteca Pública Provincial de Guadalajara. En 2004 la biblioteca se trasladó al Palacio de Dávalos. El Archivo Histórico será trasladado a lo largo de 2013 a otro edificio de reciente construcción y al espacio vacante se le darán nuevos usos. En junio de 2019, tras años de divergencias, el Ministerio de Cultura ha cerrado un acuerdo con la actual duquesa del Infantado para la compra de su derecho de uso del edificio, que así pasa a ser íntegramente público.
Actualmente el palacio además del Archivo Histórico es sede del Museo Provincial de Guadalajara.

Edificio del Campus de la Universidad de Alcalá de Henares en Guadalajara


torreón de Álvar Fáñez

El torreón de Álvar Fáñez o del Cristo de la Feria es una torre de la antigua muralla de la ciudad, parte de la que era la puerta de la Feria. Se sitúa en lo que era el extremo suroeste de la muralla, encajonado en el barranco del Coquín, muy cerca del alcázar y junto al palacio del Infantado, y a su pie hoy se encuentra el parque de la Huerta de San Antonio, diseñado siguiendo la traza de un jardín árabe. Actualmente se encuentra en su interior un centro de interpretación en torno al origen del escudo de la ciudad.

Hospital universitario
palacio de Antonio de Mendoza
Con las ampliaciones posteriores, el palacio de Antonio de Mendoza pasó a ser el convento de la Piedad. Después fue sede de la Diputación de Guadalajara e instituto de educación secundaria.

La capilla de Luis de Lucena, obra del Renacimiento, formaba parte de la antigua iglesia de San Miguel.

Sepulcro de la duquesa Aldonza de Mendoza, que fue hija de Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla, y esposa de Fadrique Enríquez de Castilla, duque de Arjona y conde de Trastámara. El sepulcro procede del monasterio de San Bartolomé de Lupiana y se encuentra en el Museo de Guadalajara.

Entrada principal al Palacio Multiusos de Guadalajara
Claustro del Palacio de los Dávalos donde se encuentra la Biblioteca de Guadalajara

Escudo de la ciudad
El escudo de Guadalajara (España) posee la siguiente descripción heráldica:

En un campo de azur (azul) tachonado de estrellas de plata, acompañadas de un creciente del mismo metal (color) y terrazado de sínople (verde); una ciudad de oro, almenada, mamposteada de sable (negro) y aclarado de gules (rojo) y sumada de un banderín de gules cargado con un creciente de plata; la ciudad acompañada de un caballero en su color, armado de plata, portando en su diestra un confalón de gules cargado con una cruz y astado de sable, montado sobre un caballo de gules con silla de plata y riendas de sable; el caballero acompañado en su diestra de tres soldados en su color, armados con lanzas de sable.
Escudo sobre pergamino heráldico de oro.
Al timbre corona real cerrada que es un círculo de oro, engastado de piedras preciosas, compuesta de ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco, interpoladas de perlas y de cuyas hojas salen sendas diademas sumadas de perlas, que convergen en el mundo de azur, con el semimeridiano y el ecuador en oro, sumado de cruz de oro. La corona forrada de gules o rojo.
El escudo alude a la conquista de Guadalajara, que fue denominada en árabe Wad-al-Hayara, la noche del 24 de junio del año 1085, por un ejército dirigido por Álvar Fáñez, pariente y teniente de la mesnada del Cid.
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La ciudad de Guadalajara fue fundada por los árabes, entre el siglo viii y el ix. De esa época se cree proviene su nombre que podría venir del árabe andalusí «wād al-ḥaŷarah» (واد الحجرة o وادي الحجرة) dado al río Henares. En sus cercanías había existido un emplazamiento romano, cuyo nombre, Arriaca, puede tener el mismo significado. La ciudad alcanzó cierto esplendor en el siglo x, a pesar de su situación en un territorio que casi siempre estuvo en pie de guerra.

En 1085, Guadalajara fue conquistada por el rey leonés Alfonso VI, atribuido este hecho a Alvar Fáñez de Minaya.5​ Desde ese momento y hasta la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 la historia de la ciudad refleja el curso de las guerras contra los almorávides y almohades.6​ En 1133 el rey Alfonso VII otorga el primer fuero a la población para regular la vida de su comunidad, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios y en 1219, Fernando III lo amplía concediendo el fuero largo a la ciudad.7​ Posteriormente la protección del rey Alfonso X aseguró el desarrollo económico de la población, mediante la defensa de sus comerciantes y la autorización de sus ferias y mercados. En la segunda mitad del siglo xiv se estableció en Guadalajara la familia de los Mendoza que con su posterior ascenso trajo consigo el de la ciudad. En 1460, el rey Enrique IV concedió a la población el título de ciudad. A lo largo del siglo xvi se logró una época de auge.

La crisis general del siglo xvii afectó especialmente a Guadalajara que con la marcha de los Mendoza a Madrid y junto a la quiebra y la despoblación la continuidad de la ciudad se vio en entredicho. A comienzos del siglo xviii y tras ser saqueada durante la guerra de Sucesión, la ciudad vive su peor momento. Para intentar frenar esta situación Felipe V establece la Real Fábrica de Paños en la ciudad, que hasta principios del siglo xix asegura el crecimiento de la población.

Los daños causados por la guerra de Independencia y el cierre de la Real Fábrica de Paños en 1822 provocaron un nuevo declive en la ciudad.8​ En adelante, hasta la segunda mitad del siglo xx, la ciudad se recuperó gracias a su función administrativa, como capital de provincia y sede de instituciones como la Academia de Ingenieros Militares o la Diputación de Guadalajara.9​ El crecimiento, aunque lento, transforma la población, que alcanza los 11 000 habitantes en 1900.

La falta de desarrollo industrial limitó hasta bien entrado el siglo xx las posibilidades de la ciudad. Como en la mayoría del país la Guerra Civil y la época de posguerra fueron tiempos muy difíciles. En 1959, Guadalajara fue incluida en los planes de desarrollo como polígono de descongestión industrial de Madrid lo que provocó unas tasas de crecimiento importante de la ciudad y del denominado Corredor del Henares.

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