ALMAGRO (CIUDAD REAL) Castilla La Mancha

 

Vista de los soportales de la plaza Mayor, del ayuntamiento y la iglesia de San Agustín
Porticada de la Plaza Mayor.

Panorámica de la Plaza Mayor de Almagro

Teatro Municipal.

Corral de Comedias de Almagro, el único que se conserva en España tal como era en el siglo XVII

Gradas y patio de butacas del Corral de Comedias de Almagro

Teatro Hospital de San Juan
Fachada del Museo Nacional del Teatro
Fachada del Museo del Encaje

Casa del Capellán de las Bernardas

Fachada del Palacio de los Marqueses de Torremejía
Fachada del Palacio de los Condes de Valdeparaíso
Altar de la Iglesia de la Madre de Dios

Interior de la iglesia de San Agustín
Convento de la Asunción de Calatrava.
Fachada de la Iglesia de San Bartolomé

Berenjenas de Almagro
Escudo de Almagro (Ciudad Real)
En campo de plata, la cruz de Calatrava de gules, cargada de un castillo de oro aclarado de azur, con dos trabas de sable en sus cantones inferiores. El escudo va timbrado con la corona real española
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El nombre deriva del árabe (al-magra) «la arcilla roja»,​ haciendo alusión a la característica arcilla rojiza de la zona, de color almagre,​ que está presente en el colorido de la plaza Mayor y otros edificios del municipio.
Según la tradición, el origen del topónimo (y de la ciudad) sería un castillo árabe denominado (al-magrib) «el oeste» y levantado en una de las derivaciones del camino de Toledo-Córdoba, presumiblemente en el solar de los actuales Palacios Maestrales.

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No se conoce con seguridad la fecha del primer asentamiento humano en Almagro. Es muy posible que existiera uno en la Edad del Bronce por los indicios hallados alrededor de las Casas Maestrales y en parajes exteriores al centro urbano. Durante la época romana parece que fue habitada, según consta por el testimonio de Federico Galiano y Ortega, que creyó ver un acueducto durante las obras en el actual Paseo de la Estación. Se han hallado asimismo monedas de esa época y una lápida romana que se exhibe en el Ayuntamiento, proveniente del Puente Romano de Zuqueca, en Granátula.


De tiempos visigodos no quedan vestigios salvo algunas columnillas decoradas con rombos tallados a bisel, desperdigadas por la población. De época árabe viene el propio nombre de la población, con la característica arcilla rojiza del lugar de color Almagro. Durante el siglo XIII Almagro quedó oscurecida por la cercana Oreto u Oretum (Granátula de Calatrava) y por Calatrava la Vieja, pero al ser elegida por los maestres de la Orden de Calatrava en dicho siglo como lugar de residencia y centro gubernativo de sus posesiones pasará a primer término.


La tradición asegura que el maestre don Gonzalo Yáñez concedió fuero a la villa en 1213, confirmado por Fernando III en 1222. En 1273, Alfonso X el Sabio convocó Cortes en Almagro y en 1285 se efectuó la escritura de Conveniencia entre el maestre Ruy Pérez Ponce y los almagreños sobre los hornos, el zocodover, los portazgos. En el siglo XIV la villa ya tenía una muralla y una parroquia, San Bartolomé el Viejo, edificios públicos como las carnicerías, el aholí o pósito, la cárcel, casas del Concejo y un castillo absorbido por las Casas Maestrales.


El avance de la Reconquista hizo que se reunieran aquí las tropas camino de la frontera y Pedro I el Cruel mandará apresar al maestre Juan Núñez de Prado en 1355 en los palacios Maestrales.

El comercio arraigó en la villa con la concesión de dos ferias por Enrique II en 1374. Además, verá reunirse los Capítulos Generales de la Orden de Calatrava, tanto en la capilla de San Benito de los Palacios Maestrales, como la Iglesia de Santa María de los Llanos (Antigua Patrona de la Ciudad), ambas desaparecidas. En el siglo XV la incorporación del maestrazgo a la Corona en 1487 no variará la situación. Ahora, es el gobernador quien habita los Palacios Maestrales. En 1493, Cisneros dirigió la fundación del monasterio de las franciscanas de Santa María de los Llanos, que se anexionará la iglesia del mismo nombre, también desaparecida.

Los problemas financieros del emperador Carlos V hicieron a los banqueros alemanes Fugger beneficiarios de las rentas de las minas de Almadén y los vincularon a Almagro, trayendo consigo a sus administradores Wessel, Xedler, entre otros, cuyas casas solariegas se conservan aún.


En los siglos XVI y XVII la población prosperó. La villa creció y se embelleció, salió de las murallas. Se crearon los arrabales de San Pedro, Santiago, San Ildefonso, San Juan, San Sebastián y San Lázaro. El clavero Fernando Fernández de Córdova y Mendoza fundó el monasterio y la universidad menor de Nuestra Señora del Rosario y el comendador mayor don Gutierre de Padilla el Hospital de la Misericordia y el Monasterio de la Asunción de Calatrava. Se construyeron la iglesia parroquial de Madre de Dios, el convento de la Encarnación, las oficinas de los Fugger y multitud de casas particulares. Se reformaron la iglesia de San Blas, la Plaza y el Ayuntamiento. La crisis de los últimos años del siglo XVI y comienzos del XVII no frenó la boga constructora en Almagro. Los franciscanos levantaron el convento de Santa Catalina. Se instalaron los agustinos, los jesuitas, los hermanos de San Juan de Dios. Los ascendientes del conde de Valdeparaíso construyeron su palacio.

Durante el siglo XVIII, Almagro vivió un esplendor pasajero, merced al apoyo de la ciudad al candidato Borbón, Felipe V, y el oficio de Juan Francisco Gaona y Portocarrero, conde de Valdeparaíso, ministro de Hacienda del rey. Se nombró a la villa capital de la provincia de La Mancha durante algo más de un decenio (1750-1761). Durante ese tiempo la villa sufrió grandes estragos a causa del terremoto de Lisboa, como indicó en carta del 9 de noviembre de 1755 al marqués de Santa Cruz, su administrador, Andrés:

Ha habido muchas ruinas y algunas desgracias, y con especialidad en la villa de Almagro es donde todos los templos y conventos y muchas casas han padecido mucho, mayormente los conventos de San Francisco y Santo Domingo, y asegura un célebre maestro de obras que hay en esta tierra llamado Juan Alejandro Núñez que no se podrá reedificar el destrozo hecho en Almagro con catorce millones de reales (Archivo Histórico Provincial de C. Real)4​
Fracasado el intento de reactivación administrativa, el conde promovió la actividad económica creando una industria textil dirigida por el irlandés Enrique Doyle. Luego de algún sonado fracaso, corrió mejor suerte la organización de la industria de blondas y encajes, que con el tiempo dotaría a Almagro de una de sus principales señas de identidad.

Las desamortizaciones emprendidas por los gobiernos de Carlos III provocaron el desmantelamiento de los edificios religiosos más importantes, lo cual perjudicó considerablemente la conservación del patrimonio arquitectónico de la villa; la decadente universidad menor desapareció con el primer cuarto del siglo XIX y en ese siglo los calatravos, cansados de la aspereza del sacro convento del castillo de Calatrava la Nueva, situado en un frío, alto y aislado nido de águilas, dejan la fortaleza y trasladan el Sacro Convento a Almagro. La comodidad resultó efímera. En 1796, Carlos IV concedió a Almagro el título de ciudad.

La invasión francesa vio instalarse en Almagro una activa logia masónica bonapartista.

El pueblo padeció las guerras carlistas y algunos de los bienes de la Iglesia y el municipio fueron afectados por las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. La ciudad experimentó una creciente decadencia, motivada en parte por la competencia de la capital Ciudad Real, pero se desarrolló una industria artesanal de famoso encaje de bolillos, sus típicas blondas, y adquirió justa fama un plato típico aliñado de una forma especial, las berenjenas de Almagro. En 1845 se construye una nueva plaza de toros con los materiales de la torre de la antigua parroquia de San Bartolomé, demolida ese año, y donde el torero Cagancho dio su famosa "espantada" en 1927, y que fue incendiada en 1932 al negarse los toreros a torear la tarde del 25 de agosto, lo que causó la cólera del público, que la incendió de forma que se perdieron así los primitivos palcos, realizados en madera, con pies derechos y zapatas; Se introdujo asimismo el telégrafo (1858), el ferrocarril (1860) y la luz eléctrica (1897) y se creó un cuartel provincial de caballería (1863), un casino y un coliseo o teatro (1864). En 1886 se derriban las murallas aunque las puertas de la ciudad permanecerían en pie hasta la década de 1930.

Durante los años cincuenta del siglo veinte se descubre y restaura el Corral de Comedias y se reforma el Ayuntamiento y el conjunto de la plaza Mayor. En 1972 se declara a Almagro Conjunto Histórico-Artístico.5​ Se restauran y rehabilitan hermosos edificios, no solo iglesias o palacios, sino también modestas viviendas, ermitas y nace el Museo Nacional del Teatro, en un principio escondido en lo que fueron huertos y bodegas de las Casas Maestrales y ahora en un edificio diseñado a propósito para él. Almagro se convierte en referente teatral y cultural de la región: Festival Internacional de Teatro Clásico, actividades culturales y turísticas. Actualmente, Almagro presenta su candidatura a Ciudad Patrimonio de la Humanidad, por su calificación de "Ciudad de la cultura y el teatro".

Forma parte de la asociación Los pueblos más bonitos de España.

Existen cultivos de cereal, vid, olivo y almendro; también hay ganadería ovina y bovina. Existen canteras de basalto y minas de manganeso y yeso. Es tradicional la industria del encaje de blondas (los famosos encajes de bolillos); también la hay de la madera y de la construcción, no obstante la mayoría de la actividad se concentra en la hostelería y el turismo, de cara al Festival Internacional de Teatro Clásico que se celebra anualmente desde 1978. Esta ciudad manchega posee fama por sus berenjenas, aliñadas con una fórmula tradicional (berenjena de Almagro) y cuenta con Denominación de Origen.

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